viernes, 13 de noviembre de 2009

Dia 33 - Barcelona

Volamos desde Paris a Barcelona sin incidencias y bajamos en la ciudad condal con una gran expectativa. Era mi vuelta luego de casi 10 años a la ciudad en la que había vivido desde el 97 al 2000 y 2001.

Increíblemente me sucedió allí lo que en ninguna otra parte del viaje antes, me robaron en el aeropuerto. Quizás por exceso de confianza, ya que estaba en un lugar conocido, quizás porque Barcelona ya no es lo que era en mi época, no hay tanta seguridad como antes, hay crisis económica, no sé. El caso es que empezamos con un disgusto. Otro inconveniente que abona la tesis de la crisis, fue que había huelga de transportes, así que en lugar de Plaza Catalunya nos dejaron en Universitat, así que hubo que caminar unas cuadras.

La cuestión es que en plena calle y gracias al celular que por suerte no me robaron, logré luego de varios intentos fallidos que cancelaran las tarjetas del banco y de crédito. También desaparecieron junto a la billetera, los documentos argentinos y la lista de direcciones de mails de todos los contactos que tenía que hacer en Barcelona, incluídos los de los amigos que teníamos que ver. Por suerte en un par de días logré reconstruir la agenda a pesar de lo cual hubo que suspender las actividades vinculadas a las entrevistas que haríamos sobre el tema de la investigación de la universidad.

Bueno, qué problema, no nos quedaría más remedio que olvidar cuanto antes el asunto y dedicarnos a disfrutar una ciudad que la nostalgia me hace añorar desde que volví a la Argentina. Para esto contribuyó, el espectacular apartamento que alquilamos a un precio fuera de temporada, con una céntrica ubicación en la Plaza Urquinaona, a un paso de todo, lleno de comodidades y lujos a los que nos habíamos desacostumbrado durante el viaje: dos habitaciones con camas extra-grandes y baños para cada uno, cocina inmensa, televisión, calefacción, wi-fi que no pudimos aprovechar, balcón para los fumadores, poder lavar la ropa...

Relajamiento en el sofá



Por fin los partidos del Barça en Tv digital



Cocinar cosas hervidas después de tanta fritura del último mes



Lavar las zapatillas, ¡por fin! –acá van aplausos y agradecimientos varios



Camita grande para dormir cómodo



Más partidos del Barça en la habitación



Qué más se puede pedir, disfrutar de una ciudad que amo.

Dia 32 - Paris

Nos levantamos temprano con toda la intención de subir a la Torre Eiffel ya que los días anteriores solo se podía subir hasta el 1º piso y este día permitían subir hasta el último. Así que allá nos fuimos, bajamos del metro en Invalides y de repente, veíamos el Hotel des Invalides, pero miramos para todos lados y ¿dónde carajo está la torre? ¿cómo puede ser que no la veamos? ¿nos habían robado la torre? Pasaba que una espesa niebla caía sobre la ciudad en toda esta zona, así que se fue al traste nuestra intención de subir. Igual yo había subido por la noche una vez anterior que fuí, pero no era lo mismo que verlo durante el día, tal cual habíamos comprobado el día anterior desde la colina de Montmartre. En fin, no se podía, así que cruzamos el hermoso puente Alexandre III en dirección a los Champs Élysées.

















Del otro lado, atravesando el Grand y el Petit Palais, nos encontramos con un panorama insólito: los Champs Élysées totalmente vacíos. Como si de una película de ficción se tratara, no había un alma en la calle, que hasta daba un poquito de miedo. Esto obviamente se debía a que la policía había cortado todo el perímetro de Concorde hasta Arco de Triunfo debido al desfile por el día del Armisticio.















De la ceremonia participarían importantes personalidades de la política, así que la seguridad del acto estaba al máximo y como a nosotros no nos gusta la cosa militar ni tanta presencia de policía alrededor, emprendimos el camino contrario, hacia el lado del Marais. Así que caminamos por las Tulleries también bastante tranquilo ese día, solo alguna gente haciendo footing y sin turistas, que aparentemente se habían desplazado hacia el lugar del desfile para copar los lugares. Eso nos liberó la ciudad para nosotros.





Caminamos a lo largo de la Rue de Rivolí, pasando por las galerias frente al Louvre, recorrimos un rato Les Halles, la catedral de St Eustache, la Torre de Saint Jacques, el Hôtel de Ville, nos metimos a caminar por el Marais y entramos en la Plaza des Voges. De a poco la niebla cedió y de a ratos aparecía el sol, momento muy agradecido debido al frío que hacía ese día, igual todo seguía estando extrañamente desierto.















La Place des Voges es una de las más antiguas de París, es la típica plaza cerrada por edificios antiguos del siglo XVII donde vivía la aristocracia y en ella está la casa de Victor Hugo, que queda en una esquina de la plaza, lugar donde me saqué la correspondiente foto para no ser menos que cualquier otro cholulo literario que se precie. La plaza está llena de restaurantes, cafés y galerías de arte.









Luego retomamos el camino hasta la Place de la Bastille y de allí hasta la Place de la Repúblique.







No había nada interesante para ver a esa hora, aunque la zona me pareció buena para parar ya que hay hoteles, bares, el lugar es amplio, parece seguro y bien comunicado. Desde allí pegamos la vuelta en metro hacia los Champs Élysées para caminar un rato por allí confiados en que luego del desfile retomara su ritmo normal. Era nuestro último día en Paris, así que no había mejor manera de terminar el día que pasear como un parisino más por el famoso boulevard. Toda la gente que no habíamos visto durante el día estaba allí, la niebla se había disipado hacía rato, el desfile finalizado y la multitud caminaba gustándose en su rol de turistas del mundo. Vimos por última vez el Arco de Triunfo, comimos alguna cosilla y nos fuimos pal' barrio a dormir.







Chau París, siempre es un placer volverte a ver.

Dia 31- Paris

Este creo que fue el día que más caminamos. Salimos por la mañana hacia Montmartre caminando desde St Lazare, queriamos pasar por el Molin Rouge, pero nos perdimos y terminamos en el cementerio de Montmartre, y luego de dar unas vueltas medio desorientados encontramos el rumbo que nos llevó hacia arriba de la colina donde está la Basílica del Sacré Coeur.

Por el camino nos topamos –sin buscarlo realmente- con el famoso Molino de la Galette que es creo el único que queda de esa época (1800), y que pintaron impresionistas como Renoir en sus cuadros, incluso hay uno de Van Gogh en Buenos Aires.




Montmarte fue el hogar de los impresionistas y de la bohenia parisina del siglo XIX, pero como diría Charles Aznavour:

Del que nada sobrevive
Con su nueva decoración
Montmartre parece triste
(La Bohème, 1965)











Como yo no viví la época de los impresionistas ni la de la bohemia parisina, me gustó mucho, aunque reconozco que en esta época del año tiene un aire un tanto melancólico como se ve en el video.





La Basílica del Sacre Coeur fue construída entre 1875 y 1919, queda en lo alto de la colina y desde allí se observan unas vistas espectaculares de París.








Desde allí fuimos en metro a La Défense, el moderno distrito de negocios de Paris, donde se alzan rascacielos sobre una gran explanada.




























Volvimos en metro hacia el Arco de Triunfo, donde la televisión estaba preparando la transmición del desfile del día siguiente y los japonesitos que nunca faltan hacían morisquetas a las cámaras para salir en las pantallas gigantes. Por allí tembién aparecieron algunos veteranos de guerra para participar del festejo, estaba animado el lugar, pero decidimos seguir porque la tarde pasaba rápido y queríamos antes cafetear un rato. Aclaro que cafetear a veces es un eufemismo para indicar la actividad de ir al baño con la excusa de tomar un café.
















Trocadero es una gran explanada que queda frente a la Torre Eiffel rodeada por el Palais de Chaillot, con escaleras, jardines y fuentes. En ese palacio se firmó la Declaración de los Derechos del Hombre y así se llama también la explanada. En ésta se ubican los muchachos africanos que tratan de vender todo tipo de souvenirs –horribles la mayoría- a los turistas y salen huyendo cada vez que aparece la policía. Por suerte el paso policial es pausado, tranquilo, lo que da tiempo a los muchachos a levantar todo y esconderse en la parte baja de la explanada. A eso se llama convivencia, aprenda la police griega.








Desde la explanada hay una vistas espectaculares de la Torre










Cruzamos la torre y caminamos un rato por el Champ de Mars, el Campo de Marte hacia la Escuela Militar, desde allí al Hôtel des Invalides donde está el Museo de la Armada






Desde allí entramos nuevamente a Saint-Germain-des-Pres buscando la Rue du Bac donde está la Capilla de la Virgen de la Medalla Milagrosa, para cumplir un encargo y aprovechamos además para comprar estampitas, medallitas y esas cosas para regalar en un ataque de religiosidad incontenible.




Por la noche paseamos un rato por el barrio y caminando por la Rive Gauche cruzamos el Pont de la Concorde hacia la Plaza del mismo nombre. Y ya que estabamos caminando, para no perder la costumbre volvimos a pié haciendo el caminito consabido de Madeleine, Opera, Saint Lazare y de vuelta al hotel desde donde partimos por la mañana.








Sí, efectivamente fue el día que más caminamos en todo el viaje, un círculo de varios kilómetros durante 10 horas. Esa noche, me saqué los pies, los tiré en el tachito de basura del baño y me fui arrastrando sobre los muñones a dormir.